top of page
Buscar
anclaediciones

DIANA ARIZA


Palmirana de corazón y de palabra, soy estudiante de Ingeniería Agronómica en la universidad nacional de Colombia, quiero dedicar mi vida al campo colombiano y aprender de las tribus ancestrales. Mi pasión surge en la danza de lo natural, el entorno me habla y me gusta intentar retratar su belleza por medio de palabras. Hago parte del colectivo palabras biches, he participado en festivales como el Ricardo Nieto en Palmira. Entre las actitudes que me caracterizan está la sencillez, el liderazgo y la empatía, me gusta conectar con la gente, voy por la vida siendo un ser de pasiones, que lucha por sus ideales. Soy fanática del arte en toda su expresión, lo disfruto tanto como espectadora o siendo partícipe de su creación. Mi lema es “no soy lo que escribo, soy lo que sientes al leerme.”


EL CUADRO


Ganas de huir de aquí. Una frase que llena mis noches, Que rebota en estas paredes A las que sirvo de decoro. Hago parte de esto Sin oportunidad de reclamos. No hay palabra que me libre, Pero si acto. Tengo aún el cordón umbilical enrollando mi cuello, asfixiando mis deseos y arrebatando la luz deseosa de rozar mi retina. El riesgo, el azar, el amor si quiera. no hacen parte de mi vocabulario, mucho menos de mi profesión. El equilibrio, la estabilidad, la puntualidad al allanamiento del ser, a los despojos del sentir. Sin duda eso sí. -"El cuerpo es la cárcel del alma", ¡Por supuesto sabio! Vivimos en medio de cárceles, unas más invisibles que otras, pero igual de reales. A quien le cuente que mi mayor acto de anarquismo sería serle fiel a los sentidos, se reiría de mí desdicha, de mi edad inmadura para desear la muerte del alma. Pasiones y sueños decadentes, ese es ahora el título de una vida justamente bien vivida. El simbolismo aquí es una puerta siempre abierta Que estos barrotes por cuerpo No se atreven a cruzar. Decepción, triunfo palabras opuestas pero justas para una simple acción.



LA FALTA DE SENTIR


Siendo yo una vez más yo,


me tropiezo con mi sombra,

me siento en el desván

y no consigo enfatizar en el porqué.


me pierdo entre pensamientos,

mis adentros se encuentran vacíos,

agujeros negros que se llevan lo intangible.

¿acaso desde que te fuiste

te llevaste el sentimiento?


me vuelvo consciente de cómo

el frío me acoge,

la soledad me acompaña,

el café me consuela

y el humo me indica por donde volar.


me quiero esconder en pastizales,

volverme parte del ecosistema

perderme para encontrarme,

porque desde tu último beso,

no estoy.


la tarde se pinta de un rosado enfermizo,

no me deja la misma sensación de antes,

el café ya no quema

y no consigue ser más amargo que tu recuerdo.


te pienso para sentir,

es una lucha entre el amor y el odio,

al final no siento nada,

solo agobio.


yacer entre maderas

es mi última escena,

¡me permito sentir!

alcanzó a rozar por un instante

un sentimiento de melancolía,

me duele el pecho,

mi corazón se desborda en movimiento

y yo muero.



EL TEXTO QUE ERES


me siento en el escritorio,

pienso en ti,

en que si el bolígrafo tuviese el poder

yo estaría eternamente entre tus líneas.


Encontrándome sometida a tus inicios largos,

a tus desarrollos densos

y a tus finales inconclusos.


Qué líricos son tus besos,

que callados son tus puntos finales,

qué manera tan extraña de relatar tu fuerza,

qué incomprensión hay en tus desenlaces.

¿cuántos puntos suspensivos esconde tu cuerpo?

¿Cuántas palabras y micro-cuentos esconden tus cicatrices?

¿Por qué hay tanta puntuación en ti?


Creo que esa coma no iba en tu pecho

y espero no pienses que he sobreentendido tu texto.


Soy yo quien pone mi mano

para que el bolígrafo determine que más quiere escribir,

pero no niego el hecho

de que si de mí se tratase

escribirá en cursiva

para acariciar tu piel

con la suavidad que demanda.


Ahora que en verdad te beso,

siento y comprendo tu hermosura,

tu sutileza y tus encantos.

Ahora que escucho salir de tus labios aquellos sonidos tímidos,

es cuando recobro el sentido del amor.


Tu aroma se ha convertido en un vicio, esnifar ese olor sobre tu cuello,

me ha puesto en situaciones de ansiedad, de necesidad a tu ser, de dependencia a tu reír

y la abstinencia es ya una carga que no consigo llevar con buena cara,

pues aquel aroma se ha convertido en lo único que quiero respirar.


ha conseguido recorrer mis pulmones con prisa

y abandonar mi cuerpo sin pedir permiso alguno,

siempre deja en mí un vacío desorientador,

que consigue dejarme en un punto cualquiera

en el vasto e infinito desierto del silencio inaudito.



LA ESTATUA DE LA VIDA SEDENTARIA


A veces me pregunto de dónde soy

Porque en definitiva no soy de aquí

Y el porqué de tanta seguridad

Se debe a que este lugar es muy pequeño.


Es tan pequeño que mis ideas rebotan,

Que, aunque trate de dedicarle mi poesía

la inspiración se ve reducida a una pobre línea.


Este lugar no sabe contar historias.


Sus calles susurran palabras

que no quiero comprender,

Trato de escapar de aquella cárcel,

Pero tengo medio cuerpo sumergido en el asfalto.

Una paloma en un brazo,

un perro orinando mi torso

y musgo brotando de mis ojos.


Mis piernas son ahora raíz,

mientras más tiempo pasa

más se esparcen.

No veo magia en este lugar

porque él ya me lo ofreció todo.


Y el problema inicial soy yo

pues estoy consciente

que un poeta extranjero

estaría enamorado.


Ya he consumido a plenitud esta ciudad,

ella ya me lo contó todo.


El problema es mi quietud,

mi indecisión de partir

mis ganas de no extrañarle.


Me quedo para detestarla,

y para culparla de mis vacíos,

pues temo el cortar ese cordón umbilical

y encontrarme con la desgracia

de que esos vacíos existen en mí y no aquí.


Creo que he estado

y he visto más de lo que ha podido la estatua del parque Bolívar.


Soy un observador

y en medio de esta inquietante estabilidad

alcanzo a comprender

que el problema no es este lugar,

el problema soy yo, que soy partícipe de todo esto.



PARQUE BOLÍVAR


El aleteo de las palomas

una aurora sonora,

una ráfaga de viento

que ocasiona el danzar de las palmas.


Los pies del inocente

chapoteando en un charco ya intranquilo.

el caballo que no relampaguea

siendo montado por un futuro retrato.


Se mueve una pieza

y se grita jake.

El cepillo deja lustrado los zapatos

del hombre aún pinchado.


El maíz cae en el suelo

y las palomas con afán sucumben a su llamado.


Las tertulias de las cuatro

comienzan a formarse

con historias que suman décadas.


La campana de las paletas

hace que los niños levanten el rostro.

Y los pasos de los transeúntes

se coordinan para hacer sonar la 30.


Cuando las herraduras de los caballos

emiten sus ondas sonoras,

el reloj detiene su tic tac,

dejándonos en la ausencia del tiempo,

consiguiendo ese quiebre auditivo

entre una Palmira colonial y una moderna.


El relinchar de los caballos hace contentos a los niños

y la risa de ellos, a sus madres

quienes aún disfrutan del patrimonio cultural.


La tranquilidad se encuentra dentro de sus anchas,

los pájaros cantan y las palmeras no dejan de bailar.


Suena el corazón de Palmira

con sus campanas en el cielo,

se levantan las palomas.


En sus alrededores el caos de la ciudad

circula con sus llamados de afán,

ignorando aquella belleza de su palpitar.


El tiempo aquí es relativo,

El reloj marca las 6 y despierta a la población,

se forma el alboroto,

es tiempo de volver a casa.


-Dcariza

0 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page