tiene 21 años, nació en Amaime y reside en la ciudad de Palmira, Valle del Cauca. Se encuentra cursando el pregrado de Sociología en la Universidad del Valle; hace parte del Laboratorio Internacional de poesía Afro femenina Cimarroneando el Verbo y de la Fundación Afrodescendiente por las Diversidades Sociales y Sexuales Somos Identidad; dirige además el Semillero Laboratorio de Escritura Creativa Palabras con Alas y es la autora de “Ella”, un poemario que pretende narrar a otras mujeres. Actualmente Ele comparte parte de sus textos como videopoemas a través de su canal de Youtube (Ele Vergara), su página de Facebook (@losmalospoemas) y como imágenes en una cuenta de Instagram (@los_malospoemas).
Ele Vergara se define a sí misma como una mujer negra joven bisexual, esto para dejar claro cuál es su lugar de enunciación y desde qué lugar escribe y habita la palabra como una herramienta para expresar las cosas que le atraviesan.
RABIA
Hoy el viento arrastra por las calles el llanto de madres a las que han dejado con los brazos vacíos; las preocupaciones de otras que esperan en la segunda línea -o en casa- que sus hijas e hijos regresen a salvo después de una batalla en la que la vida es el trofeo.
Las náuseas que nos acorralan no son por el hedor de las basuras inundando las calles, sino que surgen con cada pronunciamiento de los rostros indolentes del cinismo.
El viento arrastra consigo los mensajes de aliento, los llamados de auxilio y los pesos heredados del racismo estructural, que terminan atrapados entre el ruido de los disparos, las aturdidoras y los cuerpos cayendo.
Duele tanto que ya no pesa.
Y se nos obliga a ver a los responsables en la calle, cada día, portando con orgullo un uniforme que nos recuerda a la amiga que violaron, a la hija que no volvió; portan con orgullo un uniforme recubierto por la sangre que le arrebataron a la dignidad.
El viento lleva consigo el fuego alimentado por las lágrimas, que se alza sobre el miedo y nos recuerda que solo nos queda nuestra rabia.
SOMBRA
El espejo miente,
este cuerpo es solo la sombra de mi alma,
o de cualquier otra cosa que esté
más allá de la piel.
Cualquier otra cosa
que se encuentra sollozando en un rincón,
a oscuras,
acechada por el miedo,
oculta bajo tierra,
cobijada solo por las raíces
de árboles talados con desprecio.
El peso sobre mis hombros
sigue hundiéndome en el asfalto,
sigue sin darme la cara,
sigue sin reconocer
de dónde viene.
IRA
El zumbido en los oídos que constantemente se intensifica,
que parece estar ahí como el recordatorio de que siempre va todo mal, aunque se censure, se niegue o se oculte,
aunque se cubra la sangre con mantos de seda blanca y luego se venda como tela teñida de la más alta calidad.
El temblor en las manos por cuanto oímos los llantos y las súplicas de la tierra, por les muertes convertides en cifras insuperables,
por vivir en el cementerio más grande y profanado de Latinoamérica.
Las lágrimas,
cada que las pupilas tiemblan al ver los uniformes de la muerte caminar a paso acelerado en dirección a nuevas víctimas,
que no dejan de ser jóvenes,
mujeres, negres, originaries, campesines, humanes.
El odio creciente que no permite al cuerpo descansar,
que deprime, que estrangula cada atisbo de esperanza en el futuro y se parece, cada vez más, al deseo de morir.
PALABRA
Irrefutablemente femenina,
libertaria y poderosa;
capaz de hacerse puentes entre los universos
que representamos,
de desplazar muros y desaparecer los tiempos.
La herramienta de la realidad que transforma,
explica y construye territorios
en los que habitan la memoria, los deseos de paz,
verdad y libertad.
El canal para los odios,
tan temidos como alabados en nuestra tierra,
que no se dejan apalear por las historias
que nos cuentan cómo los odios,
miedos y hambres de poder;
han marchitado,
una y otra vez,
la vida.
El escondite obvio para los sentires,
el caparazón de lo que es cierto o falso
y el machete con que las corteras
se abren paso en el cañaduzal.
MI CABELLO ES POESÍA
Mi cabello es este Sol.
Mi cabello es esta Luna en creciente constante,
esas estrellas muertas sonriendo en el presente.
Mi cabello es agua de lluvia recogida,
el bosque talado sin descanso,
el río Amaime convertido en charco.
Mi cabello es mi abuela y su sonrisa,
mi madre y su piel tatuada,
mis hermanas y su energía.
Mi cabello son moños de marihuana negra.
Besos enamorados,
humo de tabaco en medio de una lectura de cartas. Mi cabello soy yo.
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