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JOSEFINA MARTÍNEZ GODOY


Embajadora de Arte Poética Latinoamericana en Ecuador y del Grupo Pluricultural Esmeraldas. Nace en Muisne-Esmeraldas, Ecuador.

Maestra jubilada, laboró en todos los niveles de la educación en su país. MSc. En Docencia Universitaria. Miembro Correspondiente de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, Núcleo Esmeraldas y de varios grupos; directora de proyectos culturales.

Ha publicado 3 libros de poemas. Colaboró como articulista de la revista Tierra Verde. Sus poemas forman parte de algunas antologías nacionales e internacionales. Ha sido merecedora de varios reconocimientos nacionales e internacionales por su aporte a la cultura. Desde hace varios años participa en festivales y encuentros de escritores. En la actualidad continúa escribiendo y colaborando con quienes solicitan su aporte.



ARENA MÍA


Mis pies cansados

se deslizan

sobre tu lecho,

se agita el viento,

en espiral vuelan,

cristales salobres

asaltan mi piel,

penetran mis poros

que absorben tu sabor,

arena mágica,

arena tibia,

arena caliente,

arena tierna,

sábana brillante

albergue del mar,

y sus excitadas olas

que asedian tu privacidad,

cual jinetes celosos

te agreden sin cesar,

te golpean con dureza,

descargan su furia,

depositan sus basuras,

luego se retiran inclementes.



MAR DE MI PUEBLO


Tálamo donde florece la vida,

mar de mi pueblo,

dueño de playas idílicas,

de níveas arenas,

mar desbordado

con lágrimas

de mis abuelos negros,

cuyos verdugos indolentes

arrojaban sus cuerpos

aún con vida,

en tus turbulentas aguas,

absorbiste sus ayes de dolor,

sepulcro callado

de seres inocentes,

extraídos del seno de su madre.


Mar de mi pueblo,

guardián de mi herencia,

hay un palenque

en tus entrañas

que clama libertad.


PETICIÓN


Dame tu fuego que quema,

obséquiame néctar que enloquece,

sacude mi ser con tu frescura,

quiero soñar con tus ansias

de encender mi fuego.


¿Dónde se quedó tu rugir de león?,

dime en qué helado páramo existirá,

mi cuerpo te llama

y no hay respuesta.


Escucho tu pecho y no hay latidos,

miro tu mundo y está deshabitado,

mis manos buscan en vano,

se esfumó el sabor en tus labios.


¡Ay! Guayacán marchito,

ya nada queda en ti;

tan pronto el implacable tiempo,

plantó su huella indeleble,

se robó tu soberbia originada

en delirios de placeres constantes,

te obsequió desesperanzas

y hoy recoges frías soledades.



ISLA


Yo, isla,

mujer imposible,

aquí estoy desafiante,

irascible, irreverente,

flotando sobre el azul añil

del océano,

extasiada entre las olas,

con mi piel de ébano expuesta

a los rayos ardientes

que lastiman;

pero no dañan,

atacan y no siento.


Yo, isla,

entorno natural,

mangle de raíces profundas,

crustáceos, peces y anémonas,

poblando mis playas,

trinar de aves,

que anidan en mi seno.


Yo, isla,

arrecife libre,

remanso de luna llena,

aquí, comulgo amaneceres,

respiro de todos los vientos,

me eternizo en mi espacio.



MUJER


Mujer, mar en plenilunio,

vértice y vórtice etéreo,

donde confluyen

el amor y la esperanza,

en tus piélagos profundos

siembras la vida

y en las ondas de tus aguas

florecen ilusiones.


Mujer, mar de caricias,

cimiento de amores,

sustentas la vida

que nace sin prisa

bañando de luces tu camino,

abrazas el globo

que te mira absorto

y ante tu inmensidad

se turba.


Mujer, océano hacedor de sueños,

cabalgas incansable

el marino lecho,

sin rendirte jamás

y siempre en creciente

con amaneceres brillantes.


Mujer, mar de hechizos,

tus entrañas nutren y nutren;

no te entristece

la voz nostálgica de la noche,

ni los vientos que Eolo

desata sobre tu regazo,

ni el mirar al cielo

poblado con sus grises.


Mujer, mar indomable,

resistes serena,

las tempestades

no te asustan,

esperas sus descargas,

con paciencia las absorbes,

buscas y sondeas,

descubres soluciones;

mujer, mar sediento de pasión,

eres dueña y señora

de todo el universo.

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