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JUNIOR ADILSON PANTOJA MONTOYA


Antes que nada, lector. Un lector incansable y apasionado. Un lector que escribe, baila y enseña. Licenciado en literatura de la Universidad del Valle y Especialista en Escrituras Creativas de la ICESI. Ha participado en distintos festivales nacionales de poesía y dicta talleres de Escritura Creativa en el departamento del Valle del Cauca. Premio Nacional de Poesía Casa Silva (20015), Premio de Poesía Inédita Cali (2022). Autor del Diccionario Salsero e integrante del colectivo cultural Salsa sin Miseria. Actualmente impulsa el proyecto literario Acera de cuentos en el que hace promoción de lectura a partir de la Narrativa breve.




LAS TRANSFORMACIONES DEL ESPÍRITU


Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.

Friedrich Nietzsche


El Camello


Después de entrar por el ojo

de la aguja

se devuelve


Prefiere sostener todo el desierto

en su joroba


caminar sobre los vidrios

encendidos

para que lo vean consumirse

en una pesadez innecesaria

pero íntima


Lentos son los pasos

porque su destino es la sed


Un doloroso ir

hacia ninguna parte





El León


Ruge la memoria

al recordar que su deseo

es conquistar el espejismo


Su reino

es todo aquello

que se pliega en la mirada


Yo quiero

amenaza en la obertura

del bostezo


Sabe que infundir temor

es razón inevitable

para estar a solas




El Niño


De su boca

nace el mundo


acurrucado

indefenso


Contempla emocionado

la exactitud

del círculo de fuego

que danza

sobre el propio eje


Balbucea

horizontes frágiles


Es Dios

jugando a ser infante

y no lo sabe





ARENA GRIS


Si te digo que escribí

una vez tu nombre

en el dorso de la arena gris

no es para que digas

que es un gesto lindo

de mi parte

y te conmuevas


Miento

sobre un lugar común

tan frágil

para que también

te adentres

en la espesura ancha

de ese laberinto

entre manglares


Para que te dejes

envolver por ese mar

que avanza lento

y sudoroso

como una oración

interminable


Si te digo que escribí

una vez tu nombre

en el costado de la arena gris

no es para que vengas

corriendo hacia mis brazos


Supongo que es lo que hacen

todos

cuando llegan

a la playa

y en el desespero

por llevar consigo

aquello que no cupo

en la maleta

garabatean nombres

y se toman fotos

mientras el atardecer

memoriza la felicidad

que en breve borrarán

las olas


Si te digo que escribí

una vez tu nombre

en el palmo de la arena gris

no es para que asumas

que perdimos

al vernos desde orillas

tan distantes


En cambio pienso

que es propicio

inventar este episodio

en el que voy trazando

cada una de las letras

con las que es posible

imaginarte


Y a lo mejor así

halles la forma

de mirar directamente

al sol que en ese entonces

me quemó la piel

cuando intenté

escribir tu nombre

en el lomo de la arena gris

sobre otro cuerpo.



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