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OMAR DEL VALLE

Actualizado: 12 nov 2022


(Talcahuano, Chile, 1969). Trabajador Social, Poeta y Gestor Cultural.

Entre los años 1990 y 1991, integra el Centro de Escritores “Entropía Nocturna de Talcahuano” y Publica en las Antologías “Ojos de Luna” y “Alto Horno”, Ediciones Letra Nueva, Concepción. En 1991 publica “Naufragios” y “Noche Adentro”, en la misma editorial.


Desde el año 1987, es integrante y colaborador del Taller Literario “Mano de Obra” del “Taller de Análisis Sindical y Social” de la ciudad de Concepción.

Entre los años 2007 a 2009, Produce y Coordina los Encuentros Nacionales de Escritores “Orillando el Bío Bío desde la Comuna de Hualpén”.


En el año 2012 en Santiago, crea junto a otros escritores el colectivo “Mal de Ojo” surgido en las reuniones y encuentros del Colectivo Mapocho.

Junto a Sandra Marisol Mendoza, produce entre los años 2012 y 2013, el ciclo de Encuentros “de Huérfanos con Esperanza”.

Durante los años 2018 y 2019 ha participado en encuentros y realizado talleres de literatura y acción comunitaria además de presentaciones de sus libros, en diversas localidades de Argentina, Colombia, México y Perú.



LOS ASTROS ERRANTES




LOS ASTROS ERRANTES


Hemos ido envejeciendo a mil por hora

Desgastándonos en este oficio inútil

Obsesionados en intentar comprender

la razón del brillo de ciertos astros errantes

sin que haya estruendo

o fenómeno alguno de crisis

que nos saque de encima este delirium tremens.


Mirando por las noches

desde siempre a las ALTURAS

para encontrar respuesta al sentido

de la iluminación y oscuridad que impacta

explosiona y agudiza el asombro

dada la fragilidad y pequeñez de nuestras vidas.


Polvo de estrellas remotas dicen que somos.

Temperamento Colérico y Melancólico

de planetas perdidos en lo inmensurable de los cielos

dicen que somos.

Intensidad de viento y tempestad que todo lo estremece.

Aliento y fumarolas de volcanes dormidos,

que más temprano que tarde

ha de irrumpir y dar lugar a su erupción.

Dicen

que somos.


Las estrellas del universo

continúan allí en su mismo sitio, en las alturas suspendidas

por sobre nuestras posibilidades de acercamiento alguno.


Pero el ser humano,

sumido por los designios de la esfera celeste y sus supersticiones.

Desde Eratóstenes, Aristarco de Samos,

Omar Khayyam y Nicolás Copérnico entre otros; continúa en la cacería

salvaje y recolección de sus semillas, mientras ellas, allí están,

con su parpadeo desfalleciente,

orientándonos en la medida de lo posible

y gastando su larga infancia y juventud en jugar a las escondidas por el día

y embriagadas por las noches mientras

danzan para despertar nuestros sentidos.


Algunas temerosas de ser descubiertas

aún permanecen ocultas, fruto de su desconfianza

en los planes de conquista estelar y otros males

alojados sobre esta tierra firme y dura.


Porque ha sido difícil para ellas sobrellevar

tal presión interna,

tal temperatura,

tal energía de adentro hacia afuera

tal combustión y gravedad de historia.


Y pese a los estudios de astrofísicos y mecánicos celestes,

no sabemos si sabrán de miopía,

dolor de huesos al moverse

de envejecimiento, angustias

o extravíos de memoria.

Y si es que sufren de pérdida de velocidad e infartos,

al igual que nosotros que hemos ido saliéndonos del camino

(Si es que alguna vez hubo camino

y si es que tuvimos en mente algún atisbo y entereza de avanzar)


Próximos a dejar el equipaje olvidado en el trayecto que va

del espacio de regreso a tener que mudar de piel.

Entonces ellas, con nostalgia indescriptible

nos miran y alumbran como luciérnagas flotando extasiadas

en la inmensidad.





EL PARTO


Plasmo estás palabras como un otro nacimiento capaz de acontecer

y alumbrar quizás a aquel que todavía no aparece,

pero que más temprano que tarde ha de llegar.


Misma oscura hora en que afuera llueve

como antes, a la antigua,

cuando la tierra absorbía toda aquella furia de aguas descontroladas

e inmisericordes al caer,

con la violencia de la infancia aquella

sobre los techos pobres cuando nos abrazábamos

para aminorar el riesgo y el temor a desaparecer.


Un tiempo de climas demasiado mortíferos y plúmbeos

que nadie quiere hoy en día recordar.

La beligerancia de unos signos de odio y exterminio que persiguen

desde el pasado al presente

y se proyectan a un futuro que quizás,

quizás,

quizás...


Es invierno de 1969 y hace fríooooo mientras

los ríos se desbordan y las autoridades aconsejan el cierre de los puertos

y amarrar firme las embarcaciones para que no haya más pérdidas

ni desgracias que lamentar.


Llueve

Llueve

Llueve...

Y no sabemos ni nunca entenderemos

la razón de todo este ritual de aguas y desbordes.

Así como tampoco podremos ser capaces de imaginar explicación

ante los efectos de este otro gran diluvio que, dios quiera algún día pare

- si es que algún dios recobra la conciencia de existir y osa venir

a estas poblaciones carentes de paraguas,

pararrayos e impermeables –


Y sea permitido volver a reconstruir la civilización,

cuando descendamos de la Barca junto a todos los animales

que con nuestras pocas fuerzas y paciencia alcancemos a recolectar.


Esperemos que algún día esta sempiterna lluvia pare

Y así, aunque sea embarrados hasta el cuello y la memoria,

nos sea posible salir, emerger, resurgir con las raíces presionando firmes

hacia abajo

y con nuestras hojas y ramas apuntando al sol.




LO IMPOSIBLE


Decías

Que no podríamos llegar

al final del viaje impredecible.


Que por más esfuerzo y sacrificio.

Aferrados a esta ceguitud total

No podríamos alcanzar el objetivo

Atravesar los mares

y enfrentar la tempestad

sin que haya ahogo.


Que no seriamos capaz de soportar el peso

de esta afiebrada testa

luego de surcar isla tras isla

imposibles de descifrar lo oculto

en este desesperado intento por asir lo inabarcable.


Y tener que soportar la obstinación de los falsearios que vienen

con sus desatadas huestes a derrumbarlo todo.


Por inútil que este absurdo acto nos parezca.

Persistimos en esta avivación del fuego

extinto hace muchos inviernos.

Condenados al frío y a la oscuridad.


Decías.

Que no podríamos llegar a puerto ni remanso alguno.

Que las naves perderían su sentido de orientación

y por más tenacidad que pusiéramos en mantenernos firmes,

igual sucumbiríamos.


A tal grado que ni las Sirenas belicosas

ni los lestrigones sentirían atracción

para ensañarse a nuestro paso.

¿Y qué mayor desamparo puede haber

que la ausencia de mitos y de azares

y que hasta las Furias se rehúsen a sobrevolar

nuestro nublado cielo?


Decías,

que por más oxígeno que contuviéramos en nuestros pulmones,

y, por más que calculáramos el peso y la velocidad en caída libre

de nuestra masa específica.

Igualmente, no podríamos alivianar el impacto

al caer de lleno en estas lindes.


Decías que debíamos haberlo pensado

mucho antes de embarcarnos contra las tempestades.

Y haber contado hasta 33 veces

antes de dar tal paso ciego al frente.


Ahora, descalzo y sin armaduras, ni amuletos

vagamos…

Vagamos

temerosos de volver la vista como Orfeo

Imposibilitados

de detener la marcha y el adentramiento

a tantos sitios raros de ultramar.




EL MILAGRO


Lo que pende del milagro.


La reinvención de todo cuanto existe.


El asombro en las pupilas relucientes de un niño que

descubre la belleza de volar.


El anuncio del camino para subir la cuesta

con las piernas precisas para sostener el cuerpo

con la sombra a ratos hecha trizas

después de una vida entera

de transmigración.


Las luces.

Los ojos.

Los sentidos.

Como anuncios oscuros

enfrentados al reto imposible de sobrellevar

la pobreza de nuestra condición.


O como luciérnagas en el bosque de la infancia aquella,

que, por acelerados sin remedio, hemos ido dejando atrás.


La magia

El fruto del impacto hondo en las alturas vertiginosas

de todo lo que sólo en sueños nos es revelado

para reconocernos capaces de mirar dentro de las tinieblas.


La necesidad y dicha de estar aquí parados,

sosteniendo el efecto de las turbulencias en las manos

y con el desamparo de los condenados a inmolarse

dado los designios de algún airado dios.


La calidez del beso y del abrazo

en un poema inmarcesible.


Chispas, aunque esté nublado,

capaces

de hacer salir el sol...



EL DESASOSIEGO


Pues de tanto andar extraviado hasta de mi sombra.

Indócil y ansioso de encontrar luciérnagas extintas.

Peces, panes y refugios después de tanto tiempo

de inanición.

Salí

sin brújula ni mapas que orientaran

como un errabundo niño adentrándose en la oscuridad.

Y después de muchos lustros,

allí en la estación de tren que me llevó a Langueri 3135 de

Santos Lugares

me encontré tendido en un camastro de fierro

que más profundamente me desorientó.


Y al igual que había sucedido tiempo atrás:

Anduve perdido en mitad de la noche,

como un desprendido de su órgano visual.

Otra vez, inmerso y sin señaléticas.

Expuesto a la intemperie de viajes por poblados,

desiertos y praderas

aferrado al salvavidas de unos escritos sin sentido

ni alguna utilidad.


Finalmente,

y después de varios años de insomnio y búsqueda infructuosa,

me encontraron con la vista perdida y la cabeza fracturada

en el hospital el Borda

acompañado de Marisa Wagner y Alfredo Moffatt.


Desnudo y sin papeles

preguntando por seres que ya nadie busca

y que en un tiempo próximo

no se recordarán.


Pues

de tanto ir y venir caminando, sin rumbo

y corriendo a toda prisa el peligro de caer.


Afectado

de un extraño tipo de demencia y desmemoria.

Desasosegado como una tromba interna

con características extrañas

que no hay curandero alguno que pueda describir

y mucho menos… aún... tratar…




A JUAN GELMAN


Me adentro en la noche

y abrazo tus vertientes y tus ríos.


Sueños que por más que resistamos,

en el momento menos esperado

dejaremos partir.


Pero antes que lo aciago venza.

Antes que cerro abajo vuelva a rodar la piedra;

y Sísifo, que ya está flaco y desgarbado de tanto roquerio encima,

tenga que maldecir su hado.


Antes que los anteojos con los que hemos aprendido

a mirar a fondo el alma y el vacío

se hagan trizas al caer en medio del tumulto.


Antes que Ignacio deje de respirar sobre la espalda de su padre

y se hayan ido todos con sus perros

lejos de Tonaya hacia zonas mucho menos escarpadas.


Antes,

Mucho, mucho antes...

¡Apurémonos antes que la oscuridad

sea completa Juan!


Apurémonos

en meter adentro nuestro toda tu poesía,

por si lo soportamos, aunque sea a rastras

y sólo un poco de fuego permanezca alimentando

en los chonchones la esperanza de clarear.


Apurémonos.

Apurémonos mirando bien el camino que nos lleva.

Apurémonos.

Apurémonos

Aún a riesgo de trastabillar.

Apurémonos…




AL AMANECER


A veces vemos cómo alguien viene flameando pañuelos en señal de despedida

o quizás, viene aprisa y exultante a saludarnos.


Y vemos cómo a veces damos en el clavo

y otras, que son las más, cómo que le erramos al verso.

Incapaces de seguir manteniendo la vista fija

y el pulso firme sobre la línea de flotación de la escritura.


Tanta Obra viva y Obra muerta sumergida

o lanzada al aire, sorteando las mareas furiosas,

con la carga al límite de lo posible de sostener

en el curso de esta navegación

sin claridad de donde habremos de empezar o concluir.


Tanto demencial adentramiento y tanta

suportación de nubosidad

que en el transcurso nos moja sin piedad.


Tanta luz y tanta oscuridad

y esta sensación de estar amarrados a este viaje junto a las estrellas

y los pájaros que no cesan de emigrar.


Tanta intensidad en mente

desde el tiempo infinito que transcurre

desde la noche densa hasta el

AMANECER.




NUESTRA INCALCULABLE DENSIDAD


Busco en la infinitud del mundo

unas palabras.

Unos simples signos

arrebatados al lenguaje.

Unos pequeños destellos

para comprender la dimensión de todo

cuanto abismo y cielo permanece oculto en nuestra oscuridad.


Desvelado y Deshecho

Busco lo que quizás todavía

permanezca guardado bajo siete llaves,

y sólo pueda ser descubierto por algún futuro vate,

a riesgo de quedar pegado

como tatuaje indeleble en la piel.


Grito un anuncio imposible de ser reconocido o descifrado.

Una especie de alarido propio de algún

extraño animal salvaje que agudiza sus sentidos en la noche

y en el día se vuelve completamente ciego,

sordo y sin poder de habla.

Animal exhalando fuego en la convulsa oscuridad.

Animal expuesto ante el trepidante caos

de los condenados a existir.

Animal intentando decodificar la escritura del universo.

Animal contrariando las leyes de orden y seguridad impuestas en la bruma

de las tantas desconfianzas y límites,

en este mar de dudas que es el pan de cada día

que imposibilita salir del pantano en el que vemos hundirse a toda velocidad

como en el cine de terror, nuestros flagelados cuerpos

por más que aletiemos para cambiar la suerte a la que hemos sido echados.


Grito estas palabras,

esta manía de intentar atrapar precariedades,

mientras veo cómo a lo lejos alguien viene a buscar razones

o a esgrimir argumentos sobre el origen del sempiterno vacío

de dónde venimos y hacia donde impávidos nos hemos de adentrar

al momento del rito del ahogamiento

y la sumersión.





LO DISTANTE


Más que el acto de escritura

el ejercicio pleno de pensar a viva voz.


El despliegue de los sentidos

y el disentimiento como actitud hilarante

a flor de piel.


Contener el aire hasta la asfixia

con toda la hermenéutica y los sentidos

a punto de estallar

ante aquellas honduras en las que somos

y seremos por siempre

animales arrojados al paraíso terrenal

revolcándonos en señal de alegría

y libertad.


Asomarnos con cuidado, sin prisa

ni desesperación.

Confiados en el Re hallazgo de un espacio,

un pequeño territorio en un preciso instante,

lejos de casa en donde no haya espacio ni lugar

para más desolación.




LO QUE SOMOS


Somos el mal producto de una historia

en manos de un pésimo diseñador,

con nula altura

y más encima

carentes de vuelo.


La defectuosa implementación

de un paradigma errado.


La imperfecta mano de obra

en una faena sin contrato,

con total ausencia de seguridad social.


La mala confección y corte

en un mundo decolorado,

con raro diseño y costura,

con sus hilos cortados pese al

menor esfuerzo.


La errónea tarea de un apócrifo

sastre de dios

que por pocas monedas

ha vendido su alma

a demonios de la peor calaña.


El deshilachamiento desmedido

de un atuendo de mala calidad y pésimo gusto.

El traje arruinado antes

de su primera postura y ejercicio de pruebas.

La vestimenta nada de transparente

que intenta, a como dé lugar,

encubrir las cicatrices habidas y por haber

en la piel.


La falsa tela que al primer lavado

destiñe y destiñe

hasta perder del todo su color.


El mal estudio del género.

La ortografía errada e imprecisa.

El ropaje ajeno hurtado al primer pestañeo.

La rasgadura del paño en la afrenta de choros,

con armas hechizas en una calle oscura como si el maleficio

nunca fuera a detener su efecto en el anverso

y reverso de la multitud.

La vestidura con ropas raídas y maltrechas.


El hábito imposible de contener las culpas

del usuario, como marejadas golpeando en las rocas

sin clemencia.


La huincha en deplorable estado

con sus números gastados.

El metro ausente de centímetros y viajeros.

La infinita distancia, pese a que

sólo veamos alejarse más y más

el tiempo.

La mala hechura.

El desgaste del material.

El cansancio

y el precipicio SOMOS...



LA MELANCOLÍA


Cómo es natural que siempre sea.

Todos teníamos una herida que nos

Inquietaba, y hacia, a veces, sollozar.


Una herida propia de los héroes caídos

que ocasiona un sangramiento en el costado

en la cabeza y en el pie.


La melancolía se nos presentaba a la manera de una barca frágil

donde cada cual era un pasajero temeroso

en medio de un furibundo océano.


Volvíamos la vista atrás

a sabiendas que no habría orillas

ni tierras adónde, pese a ingentes sacrificios, poder llegar.


Recorriendo el mundo y calles peligrosas

con sus luces apagadas.

Con estrellas demasiado distanciadas al común de los mortales.

Con puros peces airados del tamaño de ballenas con la voracidad de las pirañas.


Y un ruido de pájaros vencidos por la desesperación;

queriendo anunciar algo que habría de suceder

antes del momento de clarear.




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