Caracas, Venezuela (1979). Ingeniero Industrial (2004), Licenciado en Ciencias Gerenciales (2006). Músico y escritor. Participaciones en encuentros poéticos y literarios en diversas ciudades de Venezuela, Colombia y Argentina. Publicaciones digitales redes sociales y diversas revistas y libros digitales (La 100aga, El Grafógrafo, Caravansary, Ablucionistas, Re-Lente, Occidente XXI, La Papa: Seguridad Alimentaria, Antología Vuelo de Palmas 2020). Publicaciones impresas en las antologías "América Grito de Mujer" (2017) y "Homenaje al Arte como precursor de Soberanía y Fraternidad" (2018) de la Editorial Uniediciones, Memoria del I Festival de Poesía de Usme "Palabras desde la otra orilla" (2022), Revista Ulrika (2022, edición N°70), plaquette "Soplos en la bruma" (2019) y el poemario "La Vida Despacio" (2019). Residenciado en la ciudad de Bogotá desde 2016.
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ASCENSIÓN DEL FUEGO
Vengo por ti con fatal verdad
Ascendí desde el tiempo que te baña
ungiendo tentaciones
Vengo a enseñarte a conciliar el fuego,
a cerrar los ojos de los cuervos
Vengo por ti,
con el roce de la sangre,
bocanada de cuerpos santos
que arremeten contra cuerpos desiertos
Temo recibir la savia de tu entraña
que aliviará la indecencia
Vine por ti, contando los espejos
donde caducan siglos y serpientes
Cubierto por el vientre sideral, tiemblo
con un miedo tan voraz como este:
libando el cielo de tus muertes
viajando descalzo, ciego,
a converger en tu mirada
De pronto, cerrando los ojos,
me convertiste en otro discípulo
del enjambre matutino de tu cúpula
Recordé las derrotas de las efigies
Compartiste veneno con azucenas sin piel,
caballos indomables que, serenos entonces,
sobre tu pecho fatigado,
encendido en desnudez
se arremolinaban y caían vencidos
Vine por ti y me iré sin nada más
que con fuegos indescifrables,
escombros del amanecer,
palabras extintas
No recordaré los ritos
ni los versos que me invocaron,
no canjearé por almas
los bajos deseos de triunfo y gloria humana
Vuelvo al abismo de las primeras tentaciones,
parido por tu costilla izquierda,
así,
recién creado
Vuelvo al imperio de hogueras turbulentas
compañías resignadas,
con el desánimo de los jorobados,
con la rabia de los indiferentes,
Y aún, el temor
Temor de no caber en tu furia
de que no recuerdes que también
soy descendiente
de tus recientes brasas
de tu segunda risa
de tu perenne lágrima
MALAKA
A qué hora sale el sol
del horizonte morisco
donde ahora descansas
el primer peligro de tu libertad.
En qué jardín se detiene la lluvia.
Qué mordiscos hacen
que los murmullos de las gaviotas cesen.
Sobre qué aguja revienta el campanario.
Después de apagarse cuál faro
se encienden las mareas
y un frenesí de vidas trémulas
invade calles, salones, azoteas...
Con ojos cerrados aún,
desde aquí deseo que ningún santo
caiga hoy de su pedestal.
Qué sabor tiene el café
tostado bajo el ardor de las costas.
Qué personajes frecuentan
el cafecito en donde tomas esa taza de café.
Insulso.
Cuántos barcazas sobreviven
el dolor del Alborán.
Cómo derrites el tabaco,
¿se respiran en él aún
las arenas del Shãm?
Qué textura lleva la brisa
que recorre las calles
fenicias
y se arroja sobre tu cuerpo,
te arropa,
te desnuda,
ante las nuevas gentes que te abrazan.
Que sea cándido su abrazo,
pronto su perdón.
Que los altares tengan aún
sus velas encendidas
y enteros sus santos.
De qué color es la capilla
en la que lavas tu espíritu.
Cuánta luz cabe en la taberna
a la que vuelves y te manchas.
Cuántos naranjales dorados
dan sombra a tu caminar.
En qué resignado campo
tus sueños sueñan sus pasos.
Mi boca sabe el vacío
bouquet de la no despedida,
el silencio en las flores
marcadas para la bendita ofrenda.
Ojalá que en los altares
sea lenta y sagrada su marchitación.
Con ojos cerrados aún,
sin saber la estampa de los montes
alzados sobre el verano,
o a qué hora se teje el cielo,
ni a qué ensenada serena
se abre tu mirada,
sobre el horizonte que miro
no diviso todavía
nigún reflejo divino,
ni del olvido la absolución.
Ojalá que tus santos recuerden
que hoy, solo por hoy,
les otorgué el perdón.
CONJURO
Esta noche volveré
al nido de las brujas
y me haré una con ellas
en el hálito de lo indecible
con los cabellos indomables
entre los tesoros enquistados
conjuraré el miedo en los huesos
para que sea compañía
aún después de la muerte
Tres hoyos cavé en la tierra
donde enterrar mis memorias
que languidecían
en los dedos largos que no lograban
descifrar la magia
aisgnar el amuleto
darme el ímpetu
para derrotar el duelo
De nuevo puedo
sufrir el miedo en las miradas
sembrar mi miedo en tu miedo
esparcir el fuego que una vez royó
el dulce de nuestra piel
la esperanza de los ojos
el túnel de mi lengua
dejándonos condenadas
a la jauría del bosque
inocente verdugo de mi poder
Han pasado seiscientas décadas
aún la ceniza destruye
un sordo pasado
ningún demonio me reconoce
los siglos quedan vacíos
de mi nombre
de mi estampa
ya nadie recuerda mi sino
ni mi despertar
Al morir, revisarán tus huesos y sabrán
que aún entre tus restos
está conjurado mi nombre
CANCIÓN DE GUERRA (PARA UN SOL QUE NUNCA LLEGA)
Vengo de la guerra, amor mío, perdí esa guerra
Contra hombres condecorados
Legendarios embaucadores
Amantes intransigentes del estallido
Su eco ensordecedor
Peleando en pantanos, amor mío,
perdí esa guerra
Por misión:
Reclamar vastos territorios
Juntar sombras minerales
Robar inservibles mercancías
Entrampar pensamientos
Derrotar la hipocresía de los buenos
Mejor deberías irte, querida, mejor vete
Ve y descansa tu cuerpo como te plazca
Descansa junto a tus juguetes, tus adictivas mermeladas
Halla alguna manera de evocarnos
en mejores faenas
Si te quedas podría ser un desastre
Todas esas canciones del Pink Moon
que he estado intentando aprenderme
no tendrán ninguna importancia
Así que mejor me quedo callado
Callado y valiente
El silencio siempre ha sido el mejor bálsamo
Camino por calles que me reconocen
La gente me llama por nombres que desconozco
Gente que nunca he sido,
Gente hecha de heridas y rumores
Gente de dolores pasajeros
Ellos ni siquiera saben cómo deletrear mi nombre
Pero llegué de la guerra, querida, perdí esa guerra
La gente dice que la ciudad no es un lugar
en el que yo deba ser bienvenido
Ellos dicen que un soldado
no merece recibir sustento alguno
porque no conoce el remordimiento
Que no tiene vergüenza, dicen
Que es poco su sufrir
Honda su desesperanza
Tú no debes sentir ninguna culpa, querida
Y quizás es hora de que me vaya, amor mío,
a lo mejor es hora de que me vaya
Ni siquiera sé por qué esta luna rabiosa
No te enseñan astronomía en la escuela
No aprendí a decir las estrellas, querida,
no tienen estrellas en la guerra
Pero sí dedos señalándote,
diciéndote qué hacer
Ni siquiera sé cómo llorar, querida,
no te enseñan cómo llorar
en la guerra
Perdí esta única apuesta, amor mío,
no tuvo mi niñez más que esta opción
Y perdí la carrera de arañas (perdí también esa guerra)
Así que esta vez mejor vete
Acuéstate junto al mar,
y deja tu huella de bala
Quizás es hora de que huya, querida
y aprenda a llorar
Por mi propia cuenta
PARA QUÉ LAS MANOS
Si no para arañar la tierra
Rebatir su fuego
Las manos para qué
Si no para labrar
El sueño escurridizo
Las manos para qué
Si no para hacer cuenco
Ofrendar el agua
Las manos para qué
Si no para desistir
Del engaño y su embeleso
Las manos para qué
Si no para estrechar
La distancia de un amigo
Las manos para qué
Si no para guiar
Por la soledad a los duendes
Las manos para qué
Si no para del asesinato
Ser culpable
Las manos para qué
Si no para desenredar
Los tímidos cabellos
Las manos para qué
Si no para tomar
La botella naufraga
Las manos para qué
Si no para destruir
De la botella el mensaje
Las manos para qué
Si no para persignar
La religión del opio
Las manos para qué
Si no para predecir
Del futuro, la humanidad
Las manos para qué
Si no para esculcar
Las páginas del insomnio
Las manos para qué
Si no para corregir
El andar de los pies
Las manos para qué
Si no para que las madres
Rueguen por la verdad
de sus desaparecidos
Las manos para qué
Si no para reconciliarse
Con la bruma del alma
Las manos para qué
Si no para cavarte
Una digna tumba
Para las manos, ¿qué?
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