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RUDY FABIÁN CIFUENTES AYALA

Actualizado: 19 nov 2022




Caracas, Venezuela (1979). Ingeniero Industrial (2004), Licenciado en Ciencias Gerenciales (2006). Músico y escritor. Participaciones en encuentros poéticos y literarios en diversas ciudades de Venezuela, Colombia y Argentina. Publicaciones digitales redes sociales y diversas revistas y libros digitales (La 100aga, El Grafógrafo, Caravansary, Ablucionistas, Re-Lente, Occidente XXI, La Papa: Seguridad Alimentaria, Antología Vuelo de Palmas 2020). Publicaciones impresas en las antologías "América Grito de Mujer" (2017) y "Homenaje al Arte como precursor de Soberanía y Fraternidad" (2018) de la Editorial Uniediciones, Memoria del I Festival de Poesía de Usme "Palabras desde la otra orilla" (2022), Revista Ulrika (2022, edición N°70), plaquette "Soplos en la bruma" (2019) y el poemario "La Vida Despacio" (2019). Residenciado en la ciudad de Bogotá desde 2016.


Redes sociales:

Instagram: @rudylid




ASCENSIÓN DEL FUEGO



Vengo por ti con fatal verdad

Ascendí desde el tiempo que te baña

ungiendo tentaciones

Vengo a enseñarte a conciliar el fuego,

a cerrar los ojos de los cuervos



Vengo por ti,

con el roce de la sangre,

bocanada de cuerpos santos

que arremeten contra cuerpos desiertos

Temo recibir la savia de tu entraña

que aliviará la indecencia



Vine por ti, contando los espejos

donde caducan siglos y serpientes

Cubierto por el vientre sideral, tiemblo

con un miedo tan voraz como este:

libando el cielo de tus muertes

viajando descalzo, ciego,

a converger en tu mirada



De pronto, cerrando los ojos,

me convertiste en otro discípulo

del enjambre matutino de tu cúpula

Recordé las derrotas de las efigies

Compartiste veneno con azucenas sin piel,

caballos indomables que, serenos entonces,

sobre tu pecho fatigado,

encendido en desnudez

se arremolinaban y caían vencidos



Vine por ti y me iré sin nada más

que con fuegos indescifrables,

escombros del amanecer,

palabras extintas

No recordaré los ritos

ni los versos que me invocaron,

no canjearé por almas

los bajos deseos de triunfo y gloria humana

Vuelvo al abismo de las primeras tentaciones,

parido por tu costilla izquierda,

así,

recién creado



Vuelvo al imperio de hogueras turbulentas

compañías resignadas,

con el desánimo de los jorobados,

con la rabia de los indiferentes,

Y aún, el temor



Temor de no caber en tu furia

de que no recuerdes que también

soy descendiente

de tus recientes brasas

de tu segunda risa

de tu perenne lágrima



MALAKA



A qué hora sale el sol

del horizonte morisco

donde ahora descansas

el primer peligro de tu libertad.



En qué jardín se detiene la lluvia.

Qué mordiscos hacen

que los murmullos de las gaviotas cesen.

Sobre qué aguja revienta el campanario.

Después de apagarse cuál faro

se encienden las mareas

y un frenesí de vidas trémulas

invade calles, salones, azoteas...



Con ojos cerrados aún,

desde aquí deseo que ningún santo

caiga hoy de su pedestal.



Qué sabor tiene el café

tostado bajo el ardor de las costas.

Qué personajes frecuentan

el cafecito en donde tomas esa taza de café.

Insulso.

Cuántos barcazas sobreviven

el dolor del Alborán.

Cómo derrites el tabaco,

¿se respiran en él aún

las arenas del Shãm?



Qué textura lleva la brisa

que recorre las calles

fenicias

y se arroja sobre tu cuerpo,

te arropa,

te desnuda,

ante las nuevas gentes que te abrazan.



Que sea cándido su abrazo,

pronto su perdón.

Que los altares tengan aún

sus velas encendidas

y enteros sus santos.



De qué color es la capilla

en la que lavas tu espíritu.

Cuánta luz cabe en la taberna

a la que vuelves y te manchas.

Cuántos naranjales dorados

dan sombra a tu caminar.

En qué resignado campo

tus sueños sueñan sus pasos.



Mi boca sabe el vacío

bouquet de la no despedida,

el silencio en las flores

marcadas para la bendita ofrenda.

Ojalá que en los altares

sea lenta y sagrada su marchitación.



Con ojos cerrados aún,

sin saber la estampa de los montes

alzados sobre el verano,

o a qué hora se teje el cielo,

ni a qué ensenada serena

se abre tu mirada,

sobre el horizonte que miro

no diviso todavía

nigún reflejo divino,

ni del olvido la absolución.

Ojalá que tus santos recuerden

que hoy, solo por hoy,

les otorgué el perdón.



CONJURO



Esta noche volveré

al nido de las brujas

y me haré una con ellas

en el hálito de lo indecible

con los cabellos indomables

entre los tesoros enquistados

conjuraré el miedo en los huesos

para que sea compañía

aún después de la muerte



Tres hoyos cavé en la tierra

donde enterrar mis memorias

que languidecían

en los dedos largos que no lograban

descifrar la magia

aisgnar el amuleto

darme el ímpetu

para derrotar el duelo



De nuevo puedo

sufrir el miedo en las miradas

sembrar mi miedo en tu miedo

esparcir el fuego que una vez royó

el dulce de nuestra piel

la esperanza de los ojos

el túnel de mi lengua

dejándonos condenadas

a la jauría del bosque

inocente verdugo de mi poder



Han pasado seiscientas décadas

aún la ceniza destruye

un sordo pasado

ningún demonio me reconoce

los siglos quedan vacíos

de mi nombre

de mi estampa

ya nadie recuerda mi sino

ni mi despertar

Al morir, revisarán tus huesos y sabrán

que aún entre tus restos

está conjurado mi nombre



CANCIÓN DE GUERRA (PARA UN SOL QUE NUNCA LLEGA)



Vengo de la guerra, amor mío, perdí esa guerra

Contra hombres condecorados

Legendarios embaucadores

Amantes intransigentes del estallido

Su eco ensordecedor



Peleando en pantanos, amor mío,

perdí esa guerra

Por misión:

Reclamar vastos territorios

Juntar sombras minerales

Robar inservibles mercancías

Entrampar pensamientos

Derrotar la hipocresía de los buenos



Mejor deberías irte, querida, mejor vete

Ve y descansa tu cuerpo como te plazca

Descansa junto a tus juguetes, tus adictivas mermeladas

Halla alguna manera de evocarnos

en mejores faenas



Si te quedas podría ser un desastre

Todas esas canciones del Pink Moon

que he estado intentando aprenderme

no tendrán ninguna importancia

Así que mejor me quedo callado

Callado y valiente

El silencio siempre ha sido el mejor bálsamo



Camino por calles que me reconocen

La gente me llama por nombres que desconozco

Gente que nunca he sido,

Gente hecha de heridas y rumores

Gente de dolores pasajeros

Ellos ni siquiera saben cómo deletrear mi nombre



Pero llegué de la guerra, querida, perdí esa guerra

La gente dice que la ciudad no es un lugar

en el que yo deba ser bienvenido

Ellos dicen que un soldado

no merece recibir sustento alguno

porque no conoce el remordimiento

Que no tiene vergüenza, dicen

Que es poco su sufrir

Honda su desesperanza



Tú no debes sentir ninguna culpa, querida

Y quizás es hora de que me vaya, amor mío,

a lo mejor es hora de que me vaya



Ni siquiera sé por qué esta luna rabiosa

No te enseñan astronomía en la escuela

No aprendí a decir las estrellas, querida,

no tienen estrellas en la guerra

Pero sí dedos señalándote,

diciéndote qué hacer

Ni siquiera sé cómo llorar, querida,

no te enseñan cómo llorar

en la guerra



Perdí esta única apuesta, amor mío,

no tuvo mi niñez más que esta opción

Y perdí la carrera de arañas (perdí también esa guerra)

Así que esta vez mejor vete



Acuéstate junto al mar,

y deja tu huella de bala

Quizás es hora de que huya, querida

y aprenda a llorar

Por mi propia cuenta



PARA QUÉ LAS MANOS



Si no para arañar la tierra

Rebatir su fuego

Las manos para qué



Si no para labrar

El sueño escurridizo

Las manos para qué



Si no para hacer cuenco

Ofrendar el agua

Las manos para qué



Si no para desistir

Del engaño y su embeleso

Las manos para qué



Si no para estrechar

La distancia de un amigo

Las manos para qué



Si no para guiar

Por la soledad a los duendes

Las manos para qué



Si no para del asesinato

Ser culpable

Las manos para qué



Si no para desenredar

Los tímidos cabellos

Las manos para qué



Si no para tomar

La botella naufraga

Las manos para qué



Si no para destruir

De la botella el mensaje

Las manos para qué



Si no para persignar

La religión del opio

Las manos para qué



Si no para predecir

Del futuro, la humanidad

Las manos para qué



Si no para esculcar

Las páginas del insomnio

Las manos para qué



Si no para corregir

El andar de los pies

Las manos para qué



Si no para que las madres

Rueguen por la verdad

de sus desaparecidos

Las manos para qué



Si no para reconciliarse

Con la bruma del alma

Las manos para qué



Si no para cavarte

Una digna tumba

Para las manos, ¿qué?

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