Comunicadora social y periodista de la Universidad del Valle.
Es autora de los libros de poesía: Trébol de cuatro hojas (Coautoria-2014) Oscuridad en Luz Alta (2015) Precisiones sobre la incerteza ( 2017) , No habitar ya la tierra (2019), y La Herida Primordial, una selección de poemas de toda su obra, publicado en formato digital y descarga gratuita con la editorial Seshat ( 2020) Fue una de las poetas compiladas en la «Antología de la poesía colombiana del siglo XXI» (L’Oreille du Loup, 2017).
Algunos de los premios que ha obtenido son: XVIII Concurso de Poesía Ediciones Embalaje del Museo Rayo, II Concurso de poesía Ciudad de Palmira, I Concurso Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio, durante tres años consecutivos ( 2015-2017) fue ganadora de la beca de Estímulos para publicación de autores caleños de la Secretaría de Cultura de Cali, en el 2019 obtuvo el premio departamental Jorge Isaacs en la categoría de poesía y el Primer puesto en la Convocatoria Nacional Poética del aislamiento auspiciada por el periódico el Espectador y la editorial Cuadernos Negros( 2020).
Hemos tardado mucho en construirnos
Hemos tardado mucho en construirnos
Los derrumbes, por el contrario, son instantáneos
Siglos sobre eternidades para que existan las ciudades
años de resistencia para dar forma al amor
y sólo se requiere un pequeño segundo
menos
una milésima
y todo habrá acabado
No valdrán oraciones
ni llantos hondos
la esperanza es un traje raído
Quedaremos igual que en el principio
desnudos
sangrantes
desposeídos de todo
creyendo que el vacío es la carga más pesada de llevar.
En esta balsa de madera
Dame tu dolor
lo ungiré con el aire
liviano será tu pensamiento
te dormirás junto al aroma del mirto
te llevaré conmigo
en esta balsa de madera
a la que algunos llaman ataúd
y a la que tú y yo llamaremos casa.
Y si la muerte
¿Y si la muerte no es más que ir vagando
arrastrado la imagen de este cuerpo,
sintiendo las angustias
los dilemas
todo lo que en la vida nos dolió?
¿Y si la muerte no es más que sombra y rabia
un silencio feroz que nunca cesa,
un estar todos juntos y distantes
sin podernos tocar
sin abrazarnos?
¿Y si la muerte no es tan desconocida
y se parece al rostro de mi madre cuando llora?
Y si la muerte no va a volvernos sabios
ni apacibles
ni locuaces
Seguiremos cargando la misma estupidez
el odio
la amargura
Si ese paisaje hermoso
poblado de vestidos blancos
no existe más que en cuentos
¿Qué haremos de la muerte, dónde la encontraremos, cómo esperar por ella?
¿Y si la muerte es lo mismo que la vida?
A la anciana que seré
Aún no nos conocemos pero estoy muriéndome de a poco para que existas
Voy a dejarte un cuerpo que ostentarás gloriosa de haber sido la que fuiste la que no vendrá nunca más a contemplarte ante el espejo
Recordarás la firmeza de estos pechos la angustia de tu cabello herido por el verano seco
La valentía alegre de sonreír con los dientes intactos el desparpajo de entregar tu cuerpo a otro cuerpo en plena luz
Lo fácil
lo fugaz que era el amor
En cada lunar hallarás una arruga como un cráter del tiempo
Te dolerán los huesos no podrás saltar más para alcanzar estrellas –espero que a esa altura tengas constelaciones propias–
Se te va a caer todo y en ese abismo virtuoso te encontrarás a ti libre de máscaras libre de esta fútil belleza que te pesa en los hombros y en las caderas anchas
Vas a ser tan tú, tan yo es decir, tan nosotras
Reirás de pronto al leer un poema de una niña extraviada que cumple 23 y revienta de llanto ante el reflejo oscuro de su rostro.
Tus amigos elevan el féretro
Tus amigos elevan el féretro
lo alzan sobre sus hombros
mamá recuesta su cabeza en la columna del templo
yo entrelazo su mano
y mi hermana muerde su rabia
un temblor se aproxima
nadie lo nota
pero van a enterrarnos contigo.
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