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Foto del escritoranclaediciones

Andrés Uribe Botero



(Medellín, 1.982), es poeta, performer, gestor cultural y tarólogo. Director del Encuentro Internacional nadaísta desde Santa Elena. Pertenece al colectivo de la Revista Innombrable. Es miembro del Movimiento poético Mundial.

Ha publicado los libros, Renaciendo en la necrópolis, Los tubos cristalinos de la noche, El caso Tangai, Abraxas, El espejo es otro y el Parpado de la noche.

Su obra, traducida parcialmente al inglés y al búlgaro ha sido publicada en revistas y antologías literarias de Colombia, México, Argentina, Bolivia, Bulgaria, Dinamarca y España.

POÉTICA

El acto mismo de la escritura, más allá de toda estética, gramática y moral, es la tabla de salvación de los santos y de los malditos, la bola de cristal de los visionarios, el puñal de los mercenarios, la espada de los guerreros y la sentencia de los tiranos. El lenguaje va más allá de la palabra escrita. No todo escritor es poeta y no todo poeta escribe. La poesía es actitud y la vida misma es el poema.


NADIE

- ¿Cuándo llegó? -No, aún no ha llegado. - ¿Dónde está? -Tampoco, creo que andan juntos. -¿Vendrán? -No lo sé, hubo muchos muertos en la guerra. - ¿Tú quién eres? -Nadie. - ¿Y qué haces en la puerta de mi casa? -Espero. - ¿Qué esperas? -La hora de tu entierro.



MUJER NO TAN MÍA

Mujer no tan mía, que pides un poeta… Mejor sueña con un filósofo hedonista, un académico esteta, un ingeniero profeta, un médico comunista, o incluso un buen rentista… Pero mujer no tan mía, aprende a ser realista no vuelvas a pedirle a Dios un poeta.



CAZADOR


Cazador de sueños ten cuidado en el valle de los gnomos donde el árbol se disuelve en la flor, donde el aire perfumado te ahoga entre venenos, donde la ninfa con su canto te abraza hacia el fondo del lago.

Cazador de sueños ten cuidado, no sucumbas al sueño que persigues: mátalo o mátate pero vuelve con los ojos abiertos



EL ESPEJO ANÁLOGO

Una mañana me levanté sin rostro. En el espejo sólo pude percibir la montaña que tras de mí se hallaba. Bajo ella deambulaba una multitud errante: rostros desesperados y miradas llenas de pánico reflejaban el inconsciente de la condición humana… En la mitad de este macabro paisaje se erguía un bello árbol de manzanas prohibidas, indiferente a la atmósfera que lo rodeaba.

El sol plantado en la mitad del cielo. El tiempo, como el gran astro, tampoco se movía, cansado del horizonte. A lo mejor era yo quien así me hallaba; tal vez el sol siempre había estado quieto y en mi terquedad me había encargado de moverlo generando el día y la noche para el mundo. En algún punto se desencadenó una psicosis colectiva, con la cual se dio comienzo a la noche y sus misterios.

Desesperado ante aquel paisaje monótono, sórdido, decidí tenderme en el lecho, ilusionado con la idea de que en el sueño mi mente quedaría atrapada en el tiempo… Moviendo mi no rostro de un lado para otro, busqué el reflejo de mi cama en el espejo. Cuando la hallé, me di cuenta de que era ya demasiado tarde para dormir: mi cabeza destrozada yacía sobre sábanas rojas. A su lado, el revólver aún caliente bajo la quietud del sol.

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