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Dina Luz Pardo Olaya


Nacida en San Marcos (Sucre) y residenciada en Barranquilla, Colombia. Poeta y narradora; su profesión, la Comunicación Social y el Periodismo; su oficio, la Dirigencia Gremial y la Gestión Cultural y Social. Ha publicado los poemarios “Quebranto de flor” (1998), “El leve trazo de mis huellas” (2008), “Albricias y un ponqué de ilusiones” (2008), “Concierto sobre el fuego-poética culinaria-” (2011), "Callar nunca fue una opción" –Poemas, relatos y autorretratos- (2019). Ha ofrecido recitales en países como Perú, Argentina, Ecuador, Cuba, México y en casi todos los departamentos y ciudades de Colombia. Algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano, portugués, catalán, inglés, e incluidos en sendas antologías a nivel nacional e internacional. Es miembro del Comité Editorial de la revista MaríaMulata de Barranquilla; del Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena; del Colegio de Periodistas del Atlántico; Directora Ejecutiva de la Asociación de Comerciantes del Centro de Barranquilla, Asocentro; y miembro de la Junta Directiva de la Fundación Mi Hogar, niños del centro.

LA RECETA DE HOY

La cocina esperó por mí

para hacer de ti mi mejor receta.

Adobé tu piel con dulce fragancia de naranja,

le puse la sazón de mis manos

y a los olivos le extraje su opulento aceite,

para que el roce fuera fluido, suave, armonioso.

Tras mezclar y entremezclar,

quedaron residuos en mis uñas,

se me empotró algo de ti,

así que lamí uno a uno mis dedos,

para que tu amor no sólo me entrara

por tus besos, tus caricias y tu sexo.

El vino,

el vino lo caté de tu sonrisa

que me dejó un halo de entrega total,

de una cosecha que hoy ya no existe,

que me embriaga y endulza

al brasearte en tus propios jugos.

Todo estuvo dispuesto.

Te cociné a la temperatura exacta de mi cuerpo,

de mi vientre.

Probé y supe que mi plato era perfecto,

exquisito, para repetir.

Del libro: Concierto sobre el fuego

-poética culinaria-


CONCIERTO SOBRE EL FUEGO

Me insinué ante ti desde antes que encendieras el fuego. Habías irrigado algunos aceites sobre mi piel. Escogí una que otra especia que me perfumara y le esparcí picante a esta parte de mí que tu fuego consumiría. Me posé sobre ti, fuego del sábado, el concierto de final de semana había comenzado, nacía la simetría exacta de la cocción. En ese término, oía la quinta sinfonía de Beethoven mientras me fundía en tu fuego, veía ángeles vestidos de humo mientras hacía ondear mi pelvis y sentía dentro de la piel mi alma sublimándose con la tuya mientras me desgarraba en gemidos. Era más que mi carne, era más que tu fuego, éramos almas como sustancias que se desprenden de la materia para hacerse inmensurables. Y fui viendo mi cuerpo agridulce con el dulce de tus besos. Toda mi piel glaseada con tus sudores; sí, era mi piel de color avellanado que tu fuego precisó en la finura del paladar. Fueron más que insinuaciones sobre el fuego, más que un concierto sobre la sartén. Me posé sobre tu brasa nocturna, penetré tu corazón -entonces mío

y me supe amada. Vendrán otros sábados y otras noches. En ese tiempo, estaré salpimentada, saborizada y sazonada, justo para alojarme en ti, ¡y que suene el concierto otra vez!

Del libro: Concierto sobre el fuego

-poética culinaria-


RELATO DESPUÉS DE LA DUCHA

(Prosa poética)

Entras a la ducha y al ritmo y sonoridad de cada gota de agua va tu voz cantando el amanecer que se reverencia a tus pies.

Cantas tan fuerte que renuevas tus lágrimas y tu risa. Sigues cantando debajo de la ducha, sientes ligero el pasado. Y te sorprende él —tu hoy— entrando contigo a ese concierto donde agua y tu voz se acoplan como lo hace él con tu cuerpo, con tu vida. Entonces, deja de ser ligero el pasado, sencillamente quedó más allá de tu sombra en un camino intransitable.

Él te dice —Nos vemos luego, Amor.

Y extasiada regresas a la cama, abres un libro que yacía guardado en tu biblioteca, lo hueles y sabes que el tiempo tiene olor; en esta mañana huele a páginas desteñidas, a polvo sin memoria, a historia en pretérito perfecto simple; sí, absoluto y concluido ayer.

Sorbo a sorbo vas tomando un café de sabor intenso, con algo de canela y ralladura de jengibre, y tu estado empieza a llenarse de euforia. El día se ve más brillante desde que él, el café y la ducha, te dieron la bienvenida a otro día en modo POESÍA.

Y dejas de lado el libro, la taza, te pones los lentes, abres la libreta de apuntes, y otra vida empieza a fluir en tus versos, con vino madurado y reservado en tu boca, hasta su regreso.

¡Ah, DinaLú!, brindo por tu día y tus venideros días de poesía. Feliz vida por vivir.

Del libro: Callar nunca fue una opción

-Poemas, relatos y autorretratos-


INVITACIÓN Y SENTENCIA

Te concedo permiso

para que entres y alteres mis emociones,

las cosquillas que se despiertan al verte

y los pájaros de mar que salen de mis entrañas

cuando te hallas en mí.

Que tus manos de viento recio

inviten a volar cada hebra de cabello,

las terminaciones nerviosas de mi cuerpo,

los latires del alma.

Te dedico mi libertad,

para compartirla contigo

—hoy, sólo hoy—

y explorar un vuelo juntos.

Concedidos los permisos negados en otro tiempo

y poniendo en tus manos mi vuelo presente,

resta pedirte que al desvestirme

no retires la tarde que habita en mí.

No pases esa línea, no lo pienses,

no lo insinúes, no lo intentes.

Aclarado el tema, anda, ven,

alborota aún más mis cabellos y emociones,

que seré tarde amarilla

sin pudores ni reservas,

—hoy, sólo hoy—.

Del libro: Callar nunca fue una opción

-Poemas, relatos y autorretratos-


NO ES MÁS LIBRE QUIEN GRITA QUE LO ES

No es más libre quien grita que lo es.

No vuela más quien dice tener alas.

No quien arroja tierra sobre la tumba,

sepulta a sus muertos.

No es más humilde quien se deja ver de rodillas.

No es amigo quien abraza

guardando un puñal en el alma.

No ama más quien se jacta de ello.

Los muertos que no se dejan morir

viven para matar a los vivos.

La garganta que grita ser libre

se ahoga en sus barrotes.

Tener alas sin plumas

es querer volar sin construir el vuelo.

Los rebaños están llenos de lobos,

tanto como cizaña entre los sembradíos del trigo.

Ama quien vuela con el otro

sobre el soporte de sus propias alas.

Sabe de la vida quien creyó que podía alzar el vuelo

y cuando se vino a pique.

irguió la mirada desafiando al tiempo

y sus partos punzantes.

Hay que disecar las lágrimas

para hacerlas joyas de un museo abandonado

y todo fluirá al origen de la inocencia y la sonrisa.

No es más libre quien grita que lo es.

No vuela más quien dice tener alas.

Es tan libre el vuelo del silencio,

que no se necesita jugar a ser

cuando se es canto de pájaro

en las letras calladas de un poema.

Del libro: Callar nunca fue una opción

-Poemas, relatos y autorretratos-

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