Filadelfia, Caldas, Colombia, 1955. Maestro titulado de la Escuela Normal Nacional Mixta de Pereira, 1972; Premio Nacional de Novela Aniversario Ciudad de Pereira, 2011; Miembro de Honor con Medalla de Oro de la Casa del Poeta Peruano, 2012; Alfombra Roja Sesquicentenario de Pereira, 2013. Escritor condecorado con la Orden del Tornillo en San Lorenzo, Argentina, 2017. Miembro de Número de las Academias Pereirana y Caldense de Historia. Coordinador del Encuentro Internacional Poetas en el Equinoccio, EIPE Dosquebradas, desde 2009. Investigador de tanatología, editor y corrector, periodista cultural, conferencista.
4 libros de poesía publicados, 3 de historia regional, 1 novela galardonada (2 ediciones), 1 ensayo sobre antropología de la muerte, 2 de crónicas, 3 Memorias del Encuentro , 1 Antología Internacional Poetas en el Equinoccio, 1 manual de primeros respondientes, 1 de relatos. Incluido en las antologías Internacionales: “Orografía de las lenguas”, Lima, 2012. “Los días que se encienden”, México, 2013. “Orizont Literar Contemporan”, Universidad de Bucarest, Rumania, 2014, y Territorios Literarios, San Lorenzo, Argentina, 2017.
25. NOS MERECEMOS UN TÉ
(Agenda para una pipa de la paz)
Para hoy te he preparado un té.
Con tema de té.
El té del instante, que nos lo podamos sorber
en el pocillo diminuto de un te quiero,
mientras en el jardín se ensaya el vuelo silencioso
de los picaflores.
Y así como en el cedazo del silencio
se purifica hasta la huella de una lágrima,
nuestro invierno de amor
también merece un té.
Un té de cariño
y de gentil afecto,
para cuando sientas más pesado el fardo
de desconocernos.
O que las afiladas garras del desánimo
amenacen
a cualquiera de los dos.
Un té de jovialidad
envuelto en papel palo-de-rosa
con la postal de un corazón
troquelado en la cáscara de un fresno.
Allá en el huerto de la adolescencia.
En el Paraíso.
Por eso es que hoy te invito a un té.
Un té de te respeto.
Hoy, mañana, y todavía más después.
Un delicioso té,
por no perderle el gusto a la autoestima.
Tan natural como el alambique del abuelo
o el roble aquél
donde esculpimos ese pacto eterno,
el día de San Valentín.
Un cálido té para celebrar contigo
este descubrimiento,
que los besos pueden ser más dulces
con la fórmula de una cucharita azucarera.
Un té de sinceridad en la mirada.
El uno frente al otro,
entrelazados a un tapiz de sueños
que vuelen de verdad
y que no sólo sean palabras.
Un té bien helado,
para un encuentro casual en el Sahara,
junto a un mantel de dátiles
y frutos del jardín de Las Delicias
que endulcen la voz,
el paladar
y hasta los cielos.
Un espeso té indio
que inflame los pulmones de esperanza,
y logre llenar el aborigen absoluto
de tu América.
Que sin un té para el hambre de amor
el amor tampoco persevera.
Un té siciliano, saborizado con vid
y con madera,
en su inocultable toque del Mediterráneo,
que le confiera al ritual de nuestro encuentro
la sutil afectación del te quiero verdadero,
la investidura del: te amo.
E inunde el paladar en los matices
que no esperas.
Un té de besos esquimales
y de abrazos de oso,
que derritan el corazón
con sólo oler el suave aroma
de un brebaje de montaña,
y nos haga sentir la evocación
de un galope vivaz de ancestro de África.
Un té de lotos y pétalos de rododendro
que un peregrino de los Himalayas
me dejó fisgonearle en unos vagos versos,
y avivaron el momento
de nuestro primer rezo
bajo el embrujo de los tilos.
Un té para los dos.
Bien juntos.
Que si acaso ya no pueda ser
el té de tu <te adoro>,
sea el té de amor que nunca olvidaré.
El té de tus primeros besos.
El té de <te deseo>.
Te quiero dar un té.
Te quiero.
Té.
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Julián Chica Cardona, Facebook
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