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María Helena Giraldo González

Actualizado: 14 sept 2020



Poeta, ensayista. Asociada del Foro Lacaniano de Medellín. Nacida en Filadelfia (Caldas).

Primera mención Concurso Nacional de poesía Porfirio Barba Jacob de Envigado en el 2009 y en el Concurso Nacional de Asmedas 2014. Premio Nacional Porfirio Barba Jacob 2019.

Publicaciones en la revista Ciudad, meFisto, Universidad de Medellín. Periódicos: Confabulación y revista Virtual Latinoamericana La Otra. Antologías a nivel nacional e internacional. Revista Vericuetos.

Publicaciones Colectivas: Octámbulos I 2006 Octámbulos II 2016. Una lúcida embriaguez la de Aquiles y Sócrates en el libro Literatura e poéticas do Imaginário de la editorial de la Universidad estatal del oeste de Paraná (2013). En Pontes editores del Brasil: O que contam estas Mulheres? 2019.

Publicaciones individuales: Lobos incendiarios (2007) y La Ciudad de tus Ojos (2012). Otro nombre el viento 2018. En la Colección obra abierta: La antología La bendición del relámpago 2020. Varios libros de poesía por publicar y una novela. Pertenece a la tertulia Los Octámbulos hace trece años. Poemas suyos hay sido traducidos al inglés, francés, rumano, Italiano.

INASIBLE

Cuervos y anacoretas tentados

por los caprichos de la noche.

Corta estadía en el mundo, larga fatiga.

La tarde viaja hacia el interior que no redime.

Cerca al límite la razón pierde su ruta.

El oído oye lo renegado antes.

La visión enajena la cordura.

Un poema requiere de más luz que sangre.

¿Cómo atrapar el insomnio en la palabra?

La escritura es inasible.

ASALTO DEL VERBO

En este territorio de brazos extendidos

hay hombres lluvia, lentos en su caída,

transparentes como una gota de agua

buscando la superficie de un seno.

La ácida noche no es referente.

En el cristal roto el roce de unos labios,

la palidez del invierno.

Alguien clamará por ese beso matutino que se

pierde en el olvido.

A lo lejos se escucha un disparo,

mientras el hombre que dio la orden, se escabulle

por las calles de un viejo barrio taciturno.

Todo sigue igual, una ficha menos

en el ajedrez de la vida.

Más, hay hombres infinitos,

hombres libélula,

hombres lúbricos,

que rompen con la condición perversa

de los sacrificios.

RAÍZ DE TODAS LAS RAÍCES

Una voz antigua recorre las calles estrechas del muelle.

El corazón tras una bocanada de humo que se repite,

mientras la sirena de un barco anuncia la partida.

Raíz de todas las raíces, la del mundo devastado

y creado nuevamente.

La inocencia vuelve a levantarse

en el grito de los desaparecidos.

Vuelve la vida y la muerte a danzar en un parque solitario.

Los pasos que se fueron regresan en una

foto desgastada,

las pérdidas se quedan en los ojos,

en el invierno,

en el agua detenida.

EXTRAVÍOS

Se alimentó de girasoles para el largo viaje

que lo llevaría al país de la cólera,

de los muertos

con dientes intactos y lengua comida por los gusanos.

Abrió la palma de la mano con la fuerza de la ternura,

levantó el dedo

pulgar y bebió la sangre aún fresca.

¿Quién había cercenado hasta el último aliento

las espigas florecidas?

¿Dónde estaba cuando el ronroneo de la muerte lo enajenó,

olvidando que todos los hijos

de los hombres son él mismo?, se preguntó.

Palideció de pronto, él había cortado en sus extravíos

las espigas

florecidas, cercenado el dedo pulgar.

Miró su mano y palideció de nuevo.

TODO VUELVE AL MAR

Se sufre para parir un pájaro oculto, su canto y su nombre.

Cada noche se repite la escena primera.

Nada se puede retener, todo vuelve al mar,

los animales del primer diluvio,

el infortunio de las hijas del espino,

el polvo de las estrellas,

los ojos de fuego del dragón que despierta

y respira a nuestro lado.

Todo, una cuerda floja sobre la que se nace.





María Helena Giraldo González

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