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Foto del escritoranclaediciones

Rudy Fabián Cifuentes Ayala

Actualizado: 10 sept 2020


Caracas, Venezuela (1979). Ingeniero Industrial (2004), Licenciado en Ciencias Gerenciales (2006). Músico y escritor aficionado. Participaciones en tertulias poéticas del grupo Púrpura Poesía (Táchira, Venezuela) y en encuentros poéticos realizados en Cúcuta, Bogotá, Funza, Bucaramanga, Garzón y Pereira. Publicaciones digitales en el blog El duende soñador, diversas redes sociales y en las revistas digitales La100aga (España) y El Grafógrafo (UGC, Bogotá). Colabora como traductor para la revista internacional de poesía "Caravansary" de Editorial Uniediciones (2019). Publicaciones impresas en las antologías "América Grito de Mujer" (2017), "Homenaje al Arte como precursor de Soberanía y Fraternidad" (2018) de la Colección Comuneros del Mundo, Editorial Uniediciones, en su primera plaquette "Soplos en la bruma" (2019) y primer poemario "La vida despacio" (2019).

LA MÁCULA



Alimentarte de la tarde

Con los sonidos demorados, la mácula

Luz roja que parpadea sobre la ciudad

Un guiño con todas sus tentaciones



Vas a escapar de las horas

como el ciempiés del asombro

A dónde fue tu fe

A dónde la niñez

A dónde va un río que no suena



Como esperando el porvenir, vamos eludiendo los espejos

Escapando al solaz, esquivándonos la piel

Busca un refugio, un lugar donde no acabe el abrazo

A mitad de una canción busca un amor

Calla en el cigarro

Entumece la espiral

Entre el tuétano de tus dedos, echa el mar

Alguna vez levaré anclas e iré a salvarte



A dónde van los hombres que reflejan solo una sombra

A dónde los que mendigan el cosmos

Buscarán acaso el lomo de las estrellas

El canto inmundo de los gallos, su espolón mortal

Buscarán acaso el refugio, el abrazo

bajo la luz roja que incendia la ciudad

Buscando sombras que escaparon

se hicieron mácula

entre tu guiño y todas sus tentaciones



Vas a escapar de mi voz con el mar entre tus manos

Y yo, yendo, seré un río que no suena



FANTASMA



aquel niño que flota

columpiándose en la brisa

fantasma de un fantasma

juguete de miedos

celofanes blancos y negros



se quedará en las fotos esparcidas

sin las calles abominables

del corazón profundo



sin la calina

de los objetos que nos cuentan

sin el ruido de los gatos apareándose

ni ojos fucsia que vean a través de otra ventana

por la que volverán a ser mundo

mis tímidas proezas



CASI


ya casi va a salir el horizonte

al goteo minúsvalido de sueños

ya casi va a sonar la nueva canción

en el crepúsculo de los carrizales

ya casi se van a tostar las estrellas

para que se acabe el cielo detrás del vidrio

quién sabe a dónde los duendes

van a sosegar sus llantos

ojalá sea tierna

su desnudez

ya casi recuerdo el huerto

de los abuelos frutados

ya casi vuelve la caravana

medialuna fantaseando sombras gitanas

ya casi se va a salvar

el vientre del próximo hijo

quién sabe a dónde los duendes

van a trenzar las cabelleras

ojalá sea tímida

su palpitación

ya casi llega el miedo

me pongo la capucha antes

de embolar la última piedra

ya pronto se nos acaba la locura

quedaremos tendidos como huellas

al lado de turbias caricias

ya casi vuelvo a ser polvo

como cuando no es de noche

me voy a quedar mirándote

hasta que me acabe

ALGO ME NOMBRA

No quiero que sepa nadie de mí.

No entre la neblina

ni en la astralidad de los adivinos.

El río en que muere la vida del último día

y la noche en que se despoja el desierto

de sus arenas:

es un milagro no tener sed.

Preciso que comience a llover ahora

cuando ya el sol no puede hacernos carne.

Pero no llueve.

Es el momento en que se pronuncia solo

el mundo.

Y quedan oyentes, expectantes, esperanzados en una sentencia, tan siquiera una palabra, un pequeño rito que les quiebre la sordez.

Aunque no llueve, enmudecen.

No tengo motivo para recriminarles sus extravagancias.

Preciso que comience a aclarar ahora,

cuando ya la noche no quiere heredar mis sueños.

Algo sin rostro me nombra.

Bastaría con saberme yo mismo.

Si no estuviese ciego descubriría mis ojos

y todo lo que cuelga más allá de mi ausencia.

Ahora, hecho neblina, quedo.

LAS SANGRES QUE NO ESCRIBÍ

hay ácaros en este sueño

dictando sus patrones del mundo

yo me hago el sordo

para sobrevivir a sus tragedias

hay ácaros en los besos

y en las miradas de los extraños

escarbándonos

sin que nos demos cuenta

infestándonos de memorias

los ácaros me consuelan

les complace comer de mi oreja

como un último horizonte

entre sus bellas dormas, me ojean

hay ácaros creando un mundo

con la misma experticia de un dios

aunque sin su magra soberbia

ni la maraña de sus castigos

en donde encuentra astucia

acurruca el ácaro sus larvas

ni siquiera sabrás que su aliento

dormirá en este último beso

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