Desde las ventanillas del transporte público sumergido en el tráfico caleño a la altura de la calle 26, rompía mi infancia sueños contra los rieles enquistados de la antigua estación del ferrocarril. No sabía aún de remolinos de humo en el cielo, ni me hablaban sus ruedas con chillido metálico rompiendo el silencio de las colinas, solo la melancolía del fósil corroído, despojo de un pasado que no era mío, llamándome con un nombre solo hecho para mí, un nombre hecho de sollozos.
Yo veía, como un camino estéril que iniciaba en mi pecho hacia ningún lado, la extensión de los rieles, su intermitencia en las calles de mi ciudad, en algunas partes enterrados bajo la indolencia del asfalto, bajo la cruda cotidianidad de los días y en otras partes ausentes por la avaricia, vendidos por kilos en las chatarrerías de los barrios, mientras el sueño de viajar en tren se contraía en mí hasta hacerse olvido.
Su melancolía estática de intemperie y herrumbre era ahora mía, había construido con mi poesía una estación para sus ruinas, una estación en la que pudiera iniciar y culminar sus viajes al pasado errante desde cualquier palabra que llamara a la añoranza y sin embargo, un día cualquiera nunca regresó.
Por eso, al comprar mi tiquete en la estación ferroviaria de Ollantaytambo, en Perú y con el gran Machu Picchu en mi camino como un faro espiritual que me llamaba desde la sangre, sentí abrir de nuevo una puerta oxidada en lo profundo de mis versos, una fuerza que ascendía por mis venas al unísono con el rugido de su locomotora.
Un niño con los ojos entreabiertos que suspiraba tras la ventanilla del trasporte público una tarde vieja de mi vida, juntó sus pupilas con las mías, justificó la ausencia de humo en mis palabras y sin pedir permiso se apoderó del cristal traslúcido de la ventana y se sentó a mi lado, en silencio durante todo el viaje.
Ancizar Arana Cruz
Estación nostalgia!!!Wow!!Es bello nombre y nos envuelve a tantos!! Doy lo que sea por volver a la cumbre y Lomitas como a mis 9 años y sentir el olor de los naranjos y la tierra húmeda desde la ventanilla y la barranca por donde pasaba el tren y a la que podía casi tocar! Gracias poeta! Por este viaje!