Cali, Colombia 1991. Nació bajo el signo de leo, creció en las montañas de Restrepo, un pueblo del suroccidente colombiano. Es comunicadora social y periodista de la universidad del Valle, y tiene un máster de escritura creativa en la universidad de Sevilla, España. Ha publicado los libros de poemas: Trébol de cuatro hojas, Oscuridad en luz alta, Precisiones sobre la incerteza, La herida primordial y No habitar ya la tierra.
Algunos de los premios que ha obtenido son: XVIII Concurso de Poesía Ediciones Embalaje del Museo Rayo, II Concurso de poesía Ciudad de Palmira, I Concurso Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio, durante tres años consecutivos ( 2015-2017) fue ganadora de la beca de Estímulos para publicación de autores caleños de la Secretaría de Cultura de Cali, en el 2019 obtuvo el premio Jorge Isaacs en la categoría de poesía, en el 2021 fue Ganadora en el concurso nacional “ Cuentos cortos para esperas largas y en el 2022 obtuvo la beca “ Jóvenes talentos” para cursar estudios en el exterior, del ICETEX y el ministerio de Cultura, en el 2023 ganó el concurso Nacional de Poesía Casa Silva de Colombia y el premio argentino Mundial de Escritura en la categoría de poesía.
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Ha caído otro cuerpo
Ha caído otro cuerpo
y en su declive me recuerda
el peso de los anteriores
La acumulación de lo perdido llegará a un punto insoportable
serán más numerosos los muertos que los vivos
y no tendré con quien hablar de la memoria.
Las enfermeras ríen
Las enfermeras ríen
es su trabajo
todos los días muere alguien
antes o después de la cena
Deben limpiar la sangre, la orina, el excremento
conocen las consecuencias de la carne
las enfermeras ríen
El médico dice que papá está muriendo
yo me detengo en la claridad de sus ojos
me parece que no puede anunciar lo fatal
la belleza no se empaña en sus gestos
Las enfermeras ríen
se ponen guantes
desinfectan agujas
La alegría ajena no me perturba
no tienen que compartir mi sufrimiento
Papá no escucha la risa
no oye el diagnóstico del médico
no reconoce mi voz
Los pitidos de las máquinas me aturden
prefiero las carcajadas de las enfermeras.
Sol que vuelve
Ha regresado mi cuerpo
cualquiera puede verme
mi existencia es verificable
al tacto
y a la luz
Estoy
completa
de pie
Hablo
contesto
con regularidad y aplomo
las preguntas que me lanzan las sombras
las personas
Pero no puedo ser yo
no puedo estar
no hay forma del retorno
Esto que ven
no es más que carne
amontonada
por la ausencia
No volveré
me quedaré escuchando
el viento y el camino.
Parada 265
Para Jose Miguel, que habla en sueños
El hombre que duerme a mi lado habla en sueños
duerme con la ligereza de un ángel que no extraña el paraíso
gira de un costado al otro, y en ese movimiento hay siglos y galaxias
el tiempo es un brebaje, es un misterio, que se mezcla con la oscuridad del cuarto
nos hechiza
su voz tintinea como el hielo en el coñac
las palabras ascienden por su boca como enredaderas
bellas incoherencias, hilaridad y canto
flores turbulentas aparecen en su lengua
“ nos vemos en la parada 265…”
“ estoy un poco enamorado de vos…”
los mensajes oníricos se mueven como trenes de cristal
presagios de regiones desconocidas
el perfume del enigma nos circunda
el hombre que duerme a mi lado habla en sueños
de donde viene el lenguaje tambíen viene el mutismo
y en un abrazo silente nos dejamos envolver, hasta el próximo rugido de la luz.
En caso de emergencia
La psiquiatra te pide que hagas un listado
con todos los nombres de la gente que puedes llamar en caso de emergencia
Descartas con rapidez:
los que te consideran normal, porque te ven sonreír y leer con perfecta dicción
las que usan diminutivos con tu nombre, pero solo te conocen en fotos
con quienes firmas contratos
a quienes traicionaste antes de tiempo
los que se alegrarían de verte en una ambulancia
las compañeras de oficina
los demasiado felices o distraídos para interrumpir en las madrugadas
los que usan perfumes empalagosos
Estás cansada de involucrar a mamá, también la tachas
tu hermana no te habla hace más de dos años
tu mejor amiga vive en Turquía
tu pareja está teniendo sexo, con una mujer de larga caballera negra
a quince horas de distancia en avión
mientras escribes estas palabras como incendios, en una cama, donde solo cabes tú
Te quedan los nuevos amigos, que no conocen la profundidad de tu abismo
te queda la mujer a la que le alquilas una habitación, pero solo dices hola y hasta luego,
no puedes decir auxilio
te quedan los amantes, que no quieres espantar con el horror de lo cierto
te quedan los gatos que perdiste por dejar ventanas abiertas
te quedan los muertos con quienes conversas sin fatiga, sin esperanza
Te queda una hoja en blanco
en caso de emergencia.
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