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anclaediciones

Mauricio Benítez

Actualizado: 23 sept


BIOGRAFÍA

Hoy haremos un balance. De nombre y apellido Mauricio Benítez

Kamikaze, un suicida de profesión.

Mi cerebro sicalíptico como un sapo

dos ojos muertos enterrados en el cráneo

oscura caverna donde desentraño pictogramas

nariz rapaz de pájaro oscuro.

Par de orejas donde impera el silencio

perseguido por los gatos y los infortunios que me acechan en la noche

Dos pulmones tosiendo, hartos de los excesos

laberinto y minotauro al mismo tiempo.

Un estomago deshecho entre ácidos, derretido en pesimismos

206 huesos torcidos enredados en la carne, atados con las venas

Un pene encorvado al galope de la sangre

dos piernas desbocadas que huyen de la infancia

y unos pies que se ahogan en el fango.

Por hoy no me apetezco y me declaro en bancarrota.




Aborrezco ser hombre

acarrear conmigo una culpa

acusar a doscientos seis huesos culpables

carecer de plumas vacío de alas.

Cuando el templo apesta a flores

ha muerto la fe y prefiero ser ajeno

malditos sean los simios y

su perversa razón llena de pelos.

Aborrezco ser hombre

con zozobra a manga larga

escritura de ave negra

pataleos en pesadillas.

Prefiero ser un cuervo

que se lanza en picada a tus ojos

un perro agazapado tras la barda

un mordisco que busca el labio

un insecto desnudo que te tira a la cama.






Mi recuerdo lejano y frío de la infancia

es un niño que tiembla como un pájaro bajo la lluvia

y un charco de orina entre los pies.

Mi memoria arde en la ciudad en llamas

y un pájaro en el cielo sobrevuela el desastre

rompiendo mi cráneo mientras evoco

las imágenes que versan la masacre

para escribir los versos que son el destino del dolor.

Pero solo el fuego sabe de la vida

dejando solo las cenizas de un animal oscuro

como un alma en pena que llora humillada

como una herida sin piel que tiembla

como un pájaro preso en una jaula.





Nací cuando no tenía años

cuando el tiempo no me decía nada

cuando no me poblaban los recuerdos

y cuando olvidaba a diario el vacío.

Empuñé los lápices con torpeza

Oriné mis pantalones cuando aún eran cortos

Aprendí el olor de cada palabra y sus combinaciones

y el sabor que deja en la boca las mentiras.

Monté bicicleta y jugué al fútbol con objetos imaginarios

Leía precozmente libros salvados del fuego

Besé a una niña en una esquina y me fui corriendo

Nací desnudo de versos, sin un poema

Ahora con más de cuarenta, tengo dos.





Yo tenía alas

cada una en mí

era un pétalo podrido

que volaba al basurero.

Cada una era un cuervo

que me sacaba los ojos

ave rapaz que me lanza al vacío.

Yo tenía alas

que devoraban firmamentos

que se tragaban las tormentas

que tumbaban ángeles ebrios.

Dos alas cual borrascas

alas como universos.

Yo las vi arder

quemarse en mi espalda.

Era el infierno.





Leyendo versos

de cuando no sabía que era poeta

exhumé recuerdos niños

ocultos en el patio del abuelo

bajo tierra.

Palabra antigua

desarmada de Olivetti y oxido

palabra con sabor a barro y excremento.

La pronuncio hasta la náusea que deja un mal recuerdo

la encierro, la limpio, la acicalo, la acorralo.

La tiendo en el patio como la cometa que volaba de niño

mientras me hacía en los pantalones.

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